El CIS mira a 2009 (¿y se equivoca?)

El CIS ha publicado la que es, por ahora, la más conservadora de todas las encuestas preeectorales para las europeas. El bipartidismo está más fuerte de lo que dicen otras, IU, UPyD o ERC menos y solamente entra una de las nuevas formaciones, Podemos, en detrimento de otras como Ciudadanos, Primavera Europea o Los Pueblos Deciden, que logran escaño en otros estudios.

Pero, como he dicho mil veces, la estimación de voto es lo menos importante de una encuesta, sobre todo cuando te ofrecen otros datos en bruto para analizar, como hace el CIS. Hagamos un repaso breve y crítico por los datos que nos ofrece

¿Cuánta gente participará?

Una cuestión clave en esta cita electoral es la participación que finalmente se produzca. Al respecto, el preelectoral del CIS, que no hace una estimación (no la publica, mejor dicho), aporta datos algo contradictorios. Por una parte, hay algunos indicadores que apuntarían a la falta de interés por las elecciones, como la mayoría de personas encuestadas poco o nada interesadas en noticias de la UE (56,4% VS 43,2%), la escasa información que se reconoce tener (67% poco o nada informada) o, sobre todo, el desconocimiento de la propia convocatoria electoral: a un mes de las elecciones más de la mitad de la población no tiene ni idea de cuándo hay elecciones al Parlamento Europeo y solo un 17% sabe la fecha exacta. La falta de atractivo de la campaña es absoluta, ya que un 86,5% tiene poco o ningún interés por la misma.

Pero, por otra parte, se muestran sentimientos positivos con respecto a la UE, y la pertenencia a la misma se sigue percibiendo como beneficiosa cuando se hace balance. Asimismo hay una alta consciencia de que las decisiones de la UE afectan bastante o mucho a nuestras vidas (83%) y el 85% considera que estas elecciones al PE serán igual o más importantes que otras anteriores. Y, sobre todo, hay una alta respuesta positiva ante las posibilidades de ir a votar: un 43,3% dice que irá a votar con total probabilidad (casi la participación de 2009) y un 21,1% cree que lo hará.

En mi opinión, este último dato ha de contemplarse a la luz de otros, como el recuerdo de voto. Casi un 60% dice haber votado en 2009, muy lejos de la cifra real. Parece que se responde lo que se considera mejor valorado socialmente, pero el desconocimiento y falta de interés por la cita electoral y la campaña hacen presagiar una alta abstención, similar o mayor que la de 2009. El alto porcentaje de voto abstencionista declarado y el altísimo nivel de indecisión apuntan también en el mismo sentido.

Valoración de líderes y partidos

En el caso de las elecciones europeas el conocimiento de las cabezas de lista es menor y la valoración más indulgente. El más conocido, Arias Cañete, apenas llega al 60% de conocimiento. De esa manera, no se producen datos muy reseñables, dado que la valoración es realizada por muy poca gente.

Más interesante es la valoración de la labor del Gobierno y del principal partido de la oposición, que  siguen la tónica de anteriores barómetros del CIS, con un rechazo muy alto y muy similar (más del 73%). De hecho, el Gobierno mantiene una cifra algo mayor de incondicionales que valoran como buena o muy buena su acción: un 10% frente a menos del 5% que valoran así la labor del PSOE.

¿En qué clave se plantea la gente la cita electoral?

Sin duda la política estatal es la que va a marcar la pauta. Dos tercios afirman que pesará más en su voto, frente a un 10% que da más importancia a la política europea. Dada la valoración de Gobierno y PSOE recién mencionada, eso plantea un escenario poco halagüeño para el bipartidismo.

Además, existe una mayoría de votantes (43% VS 41%) que considera conveniente votar por un partido distinto al de las elecciones generales. La propensión al voto de castigo, por tanto, puede ser muy alta, aunque ha de tenerse en cuenta que son los votantes de PP y PSOE en Noviembre de 2011 quienes menos se apuntan a esa afirmación. En general, cabría esperar una baja fidelidad en todos los electorados.

Tendencias electorales

Como antes decíamos, un 43,3% afirma que irá a votar con total probabilidad y un 21,1% cree que lo hará. De entre ese 64,4% que votará o probablemente lo hará solo tiene decidido su voto el 49,7% y el 49,3% duda. Hablamos por tanto de que apenas el 30% de la población ha decidido a quién votará, si damos por bueno que realmente lo harán, como afirman en el estudio. Y, a su vez existe otro 30% que es probable que vote, pero que duda entre quién hacerlo. Se antoja por tanto decisivo conocer qué voto es el que está en disputa y qué probabilidades hay de movilizarlo.

La mayor “bolsa de votos”, como cabía esperar, es la que duda entre PP y PSOE (14,3%). Pero también hay casi un 7% que duda entre PSOE e IU. Se trata fundamentalmente de anteriores votantes del PSOE (17%) y de IU (28%) pero también ha datos significativos entre abstencionistas, nuevos votantes… Quienes dudan entre IU y otra opción, al margen de eso, mayoritariamente lo hacen hacia UPyD, ERC o en blanco. En general, las dudas están enormemente repartidas y hay un 40% de personas dudosas que no están siquiera recogidas entre las opciones que categoriza el CIS, que ya de por sí son de lo más variopintas.

Los abstencionistas muestran como motivos el hartazgo, la inutilidad del voto, la falta de alterativas o la ausencia de confianza. Casi nadie porque las elecciones europeas importen poco.

En la IDV (intención directa de voto, respuesta a "por qué partido votaría si las elecciones fueran mañana?"), el 53,6% no muestra opción de voto partidista. Sin embargo, que casi el 50% se decante por opciones concretas de voto es una cifra bastante alta si tenemos en cuenta que las estimaciones de participación de otros estudios rondan el 40%, y si tenemos en cuenta el alto grado de indecisión del que hemos hablado. Eso obliga a tener en cuenta que mucho de ese voto declarado es una respuesta “forzada” ante una pregunta que obliga a quedarse con una única opción, pero que en muchos casos está en duda (en duda de acudir a la urna y/o de qué papeleta introducir). Ello complicará enormemente la estimación, como luego comentaré.

La IDV de PSOE y PP es algo superior a la del barómetro de Abril para generales (que ya marcaba un ligero repunte con respecto a barómetros anteriores). Por el contrario, la de IU o UPyD se resiente respecto a esos barómetros.

Solo el 55% dice que repetirá voto a IU. Es de las fidelidades más altas, pero no se diferencia mucho del resto. Las mayores fugas de voto son hacia la indecisión y hacia Podemos (6,8%), por encima del PSOE (4,3%). Atrae voto sobre todo de PSOE y UPyD.
En simpatía, sin embargo, IU, ERC y PSOE son los que en términos relativos más mejoran con respecto a la IDV. Destaca la poca simpatía por PP, así como por UPyD. También cabe resaltar la poca diferencia entre IDV y simpatía en las formaciones emergentes, que parecen tocar techo con el voto ya movilizado (también se comprueba al ver las opciones en duda). A este respecto IU se distancia del resto, puesto que es la única que goza de la simpatía de ¾ partes de su antiguo electorado.

A pesar de la fragmentación del voto y de las expectativas de derrumbe del bipartidismo, hay una impresión mayoritaria de que el PP ganará las elecciones: 45,3 %. En las preferencias de victoria, sin embargo, hay un empate a 20% entre socialistas y populares, y sorprende que un 8,4% quiera que gane la Izquierda Europea y un 6% Los Verdes.

El recuerdo de voto está bastante distorsionado: dice haber votado el 58,9% cuando la participación fue de un 44,9%. De ellos un 5,8% recuerda haber votado a IU, 2 puntos más de su voto real. El recuerdo de voto al PP baja 15 puntos y el del PSOE 8. Baja también muchísimo (del 2,9% al 1,1%) el recuerdo de voto a UpyD, lo cual es sorprendente. Baja también algo el de CEU (del 5,2 al 4) y sube el de ERC (del 2,5 al 3,2).

También el recuerdo de voto al Congreso está 10 puntos por encima de la cifra real. En el caso del PP también hay 13 puntos de diferencia, pero no en el del PSOE, donde clava la misma cifra. La de IU en este caso está mucho menos sobredimensionada, menos de un punto, y el recuerdo de voto de UPyD vuelve a bajar un punto. Vuelve a pasar lo mismo con el voto catalán: menos recuerdo de CiU, más de ERC.

Estimación de voto

Nos faltaría conocer el dato de la participación estimada para poder valorar mejor qué escenario está previendo el CIS. Al margen de ello, y aunque lógicamente el modelo utilizado será mucho más complejo, de una simple observación se comprueba que en todos los casos se tiende a multiplicar aproximadamente por dos la IDV de cada opción, corrigiéndola ligeramente al alza o a la baja. Hay una alta correlación entre el sentido de la corrección y la distorsión del recuerdo de voto que hemos comentado antes: corrige al alza a aquellas formaciones en las que el recuerdo de voto es menor que el voto de 2009, y a la baja las que tienen un recuerdo de voto por encima, en general. La excepción es UPyD, pero corrigen hacia arriba a PP, PSOE o CEU, y a la baja a IU o ERC. En los que no tienen precedente la estimación es casi exactamente el doble de las respectivas IDV.

Esto apunta a que en el modelo de estimación del CIS se ha dado especial importancia al recuerdo de voto de 2009, lo cual puede ser un criterio discutible, como apuntaré en las valoraciones personales.

Valoraciones personales

Sin ser un experto, considero que la corrección a partir del recuerdo de voto es una opción válida especialmente para corregir errores o sesgos de muestra, o cuando existen electorados reticentes a mostrar su opción de voto. Pero en ambos casos, es útil cuando se trata de casos concretos, de una determinada opción para la cual salen resultados “raros”. Es decir, que en determinados casos se ha comprobado que existe “voto oculto” al PP, igual que una sobrerrepresentación del voto a IU.

Sin embargo, en este caso, como en todos los barómetros del CIS desde hace más de dos años y en los de otros institutos demoscópicos lo que parece producirse es un cambio cualitativo del panorama electoral. Para seguir manteniendo las predicciones en cifras como las que propone el CIS hemos de presumir que existe voto oculto no solo al PP, sino también a PSOE o CiU/PNV y que ese “voto orgulloso” a IU, que finalmente no vota o hace voto útil, también ha contagiado a electorados como el de UPyD o ERC. Sin embargo, es inevitable comprobar que existe un patrón en esas tendencias que puede apuntar a un cambio político de mayor envergadura. Al menos deberían contemplarse otros escenarios.
A favor de esta hipótesis estarían algunos datos que aparecen recurrentemente en todas las encuestas que se vienen publicando al menos desde 2012:
  • la pésima valoración de líderes en general, pero muy especialmente de los del bipartidismo
  • la pésima valoración de la labor del gobierno y del principal partido de la oposición.
  • El brutal descenso de la intención declarada de voto a PP y PSOE (y también, aunque menos, CiU y PNV) a la vez que sube, levemente, la de otras opciones y bruscamente la de abstenerse, votar en blanco o nulo.
  • La mala valoración de la clase política, los partidos, los gobiernos, etc. y su identificación como uno de los problemas principales.
  • Las malas expectativas económicas y la aún peor valoración de la situación política.
Todo ello, observado en su conjunto y en su profundidad hace difícil sostener la tesis de que puede haber porcentajes altos de la población que, a pesar de no declarar voto al bipartidismo o a las opciones dominantes en ciertos territorios, finalmente acabarán dándoles respaldo. No se trata ya, como en otras citas electorales, de movilizar a un pequeño porcentaje de indecisos, sino de tratar de atraerse a segmentos muy amplios que, además, muestran un alto rechazo a las opciones que han detentado responsabilidades de gobierno.

Mi impresión personal es que las encuestas van a errar bastante en su estimación ante la falta de herramientas para poder hacer predicciones en un escenario tan desconocido y tan revuelto, del mismo modo que no supieron prever, en distintos grados, la potencia del auge de Syriza, M5S, AGE o CUP o las debacles de PASOK o CiU, por ejemplo. Eso puede afectar a las dimensiones de la caída de PP, PSOE o Coalición por Europa, al empuje de IU, UPyD o ERC, o al número de formaciones que entren a la eurocámara. No me mojo, pero creo que el escenario será más igualado y más atomizado. No obstante, lógicamente, esta opinión se apoya en los pocos y confusos datos que manejamos, pero sobre todo en la intuición. Pero también es cierto que los institutos demoscópicos también están teniendo que echar cada vez más de ese ingrediente ante un escenario radicalmente nuevo.

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