Aval democrático

Nos desayunábamos hoy con la presentación pública, por fin, del proyecto de Richard Rogers para la gigantesca operación urbanística que viene ligada al soterramiento del ferrocarril a su paso por la ciudad. Nada especialmente significativo en relación con lo ya conocido, salvo algunas cuestiones que habrá que estudiar con detalle, sobre todo en lo relativo a movilidad.

Como pequeño resumen para quien no lo conozca: el ferrocarril atraviesa la ciudad de Valladolid de sur a norte, y ha supuesto una cierta barrera para los barrios de la zona este, más populares. Esto es más que discutible: el problema no es tanto que tuvieran una barrera física (también lo puede ser una importante avenida como el Paseo Zorrilla o el propio Pisuerga), sino que al haber un grave desequilibrio en inversión y dotaciones, que margina a la zona norte y este, no se ha hecho ningún esfuerzo para permeabilizar el paso. Una cosa es hacer pasos para poder llegar a un auditorio o un centro comercial, y otra gastasrse un dineral para que los obreretes vuelvan a casa un poco más cómodos...

En fin, al margen de alternativas que podían haberse estudiado (como propusimos en su día), se ha optado por el soterramiento de las vías para eliminar esa barrera. Teniendo en cuenta que se pretende que la operación salga "gratis" (¿poner el suelo público se puede considerar gratis?), hay que meter ladrillo. Pero, claro, con cuidado de que la cosa quede medio bonita, para que no se te echen encima. Así que la opción elegida es concentrar la edificabilidad de todo el lecho ferroviario en dos grandes zonas (los dos nuevos barrios de Argales y Talleres) y un par de puntos más (Ariza y la antigua Estación de Autobuses) y en lo demás, intentar poner algo de arbolicos, un carril-bici por allí, una plaza por allá... ¡Ah, sí! También hay algo de una vía de no sé cuántos carriles, un centro comercial de 25.000 metros cuadrados y tropecientos aparcamientos. El famoso bulevar parece reducido a la calle de la Salud, y veremos cómo queda. Mucho cemento y rascacielos. Y de vivienda protegida, el mínimo legal.

Pero hoy no quería escribir para criticar la operación en sí. Lo que más me ha sorprendido de lo publicado ha sido un titular increíble: el alcalde afirmaba que «No dejaremos que pontífices sin aval democrático digan lo que tenemos que hacer». Os juro que he pensado: ¡la que se ha montado!. ¿Varios años mareando con Richard Rogers, haciéndole cambiar el proyecto, y ahora no le gusta lo que ha hecho y le llama "pontífice sin aval democrático"? Pero resulta que no, que no hablaba del arquitecto. Hablaba de mí y de otra panda de rojos impenitentes que, investidos del espíritu totalitario de Pol Pot tenemos la osadía de, de cuando en cuando, presentar alegaciones a los proyectos que salen a información pública. ¡Como si tuviésemos derecho! Le decimos lo que tiene que hacer porque, como todo el mundo sabe, alegación que se presenta, alegación que se tiene en cuenta.

Creo que hace falta tener mucho morro y, como dice Joaquín, una concepción epidérmica de la democracia, para decir eso. En primer lugar porque cualquiera diría que vive bajo la amenaza de una turba furibunda que le ha impedido hacer lo que le ha venido en gana durante 12 años que van para 16. Ha hecho todo lo que le ha legitimado a hacer su mayoría absoluta, como corresponde; pero también un poquito más, y solo en ese caso nos ha dado la razón, casi siempre tarde, la justicia. Por razones legales, no políticas, no por nuestras preferencias. Y nos siguen dando motivos para seguir por esa vía cuando no son capaces ni de respetar lo que ellos mismos aprueban en Pleno (¡con mayoría absoluta, insisto!) y en el Boletín publican algo diferente.

Pero en segundo lugar es mucho morro decir que nadie sin aval democrático dirá lo que hay que hacer en la operación del soterramiento cuando los dos grupos de la oposición aún no han visto ni un solo documento al margen de lo publicado en los medios. Años a vueltas con el tema con el mayor oscurantismo. ¿Esos 14 concejales no tienen aval democrático? «En un primer momento no intervendrán los políticos», dice. Los de los otros partidos, quiere decir, porque él lleva en el ajo desde el primer momento. Aún así, de acuerdo, discuta con la ciudadanía más de lo que lo suele hacer, perfecto. Pero ¿es eso motivo para ni siquiera ir dando información a la oposición para que vaya trabajando sobre ella e intervenga cuando se establezca que es conveniente?

A ver si es verdad que no permite que nadie sin aval democrático diga lo que tenemos que hacer en la ciudad. Que se plante ante los promotores y diga que los talleres de Renfe irán donde sea mejor para un desarrollo razonable de la ciudad; que se plante ante el Real Valladolid y les diga que las instituciones no están para procurarle un pelotazo y salvar la cara a una S.A. por muchas pasiones que levante. Pero me temo que no estaba hablando tampoco de eso.

Comentarios

Pablo ha dicho que…
tacatà!
empezaba a estar preocupado.